La boda de Eva y Rubén fue un carrusel de emociones para los novios y los invitados, que comenzaron mucho antes de la ceremonia. Una boda íntima donde los detalles marcaron cada momento haciendo la celebración única y definiendo la personalidad de la novia a la perfección.

Entre las principales diferencias que se ven entre esta boda y otras en las que hemos participado se encuentran:

  • La elección de la ubicación, que en vez de en Madrid, fue en Valladolid. La novia tenía claro lo que quería en materia de catering… y a nosotros nada nos gusta más que hacer las maletas y acompañaros allí donde queráis dar el sí quiero!

  • La combinación entre lo clásico y la vanguardia, entre el ayer y el hoy, con un equilibrio perfecto, que se notó en muchos aspectos de esta celebración, como luego veremos.

  • La riqueza de estilos que enloqueció a los invitados y donde destacan el plano musical, con un trío de jazz para el cóctel y un DJ para la fiesta; y en el gastronómico, el pescadito frito en cucurucho o los huevitos de codorniz fritos frente a la trilogía de atún, en la hora del aperitivo.

Los momentos previos al sí quiero de una boda íntima

Un kimono y una mantilla es lo primero con lo que se encontraron los fotógrafos de Volvoreta cuando llegaron a la estancia donde Eva se preparaba.

Maquillaje y peluquería (Esther Vega Estilistas. Valladolid), todo a punto y la novia relajada, sin nervios y con su sonrisa de siempre, esa que le caracteriza. El kimono en tono azul pastel, muy similar al de los zapatos con filo de oro de Uniqshoes que la llevarían hasta el altar. ¿Coincidencia? No creemos, aquí está todo controlado.

Saltan los primeros disparos, las instantáneas se centran en la mantilla de María Ramos González Serna, una obra de arte que llega desde Sevilla, que tienen muy cerca el capricho de Eva. Ese par de zapatos de ante que nos dan una pista importante, a la novia le gusta bailar.

El vestido de novia al trasluz nos muestra todo el trabajo detrás de una de las piezas que más miradas captarán en esta boda íntima.

Se trata de un modelo de Inuñez Design, en el que destaca la botonadura de la espalda y el detalle de ellos hombros.

Combina a la perfección con el chaqué del novio, de De Luis (Valladolid), aunque Eva aún no lo sabe, puesto que lo único que Rubén fue a comprar con ella fueron los zapatos.

El encuentro no tardará mucho en llegar.

Empieza el gran momento del gran día

En la iglesia esperan impacientes los invitados y el novio.

El Coro Madrigal está preparado, las filas de asientos engalanados, con el estilo sencillo y femenino que refleja el buen gusto de Eva y, en pocos minutos, comenzará una nueva etapa en la vida de Eva y Rubén.

El precioso ramo de novia espera mientras se produce el intercambio de alianzas. Es un bouquet espectacular, con eucalipto, olivo, rosas, peonias y flores silvestres. El colorido no nos puede gustar más.

Y, pasadas las primeras emociones fuertes del día, todos llegan a Casa Valimon, donde tendría lugar el resto de la celebración.

La celebración por todo lo alto de una boda íntima

Se trata de un complejo rural cuidadosamente rehabilitado, conservando un toque clásico en las estancias interiores y unos jardines que dan mucho juego, con piscina y un escenario al que puede accederse a través de dos puentes arqueados. Ideal para una boda íntima.

Un gran acierto de ubicación, parecía una película, con la música del Trio Le Soir y los aperitivos, que llegaban servidos en bandeja.

Los novios no querían que sus invitados se privasen de nada y las tapas no paraban de salir.

No faltó un cortador de jamón.

Ni tablas de quesos con panecitos de distintos tipos.

Bocados con inspiración de aquí y de allá.

Y un detalle importante. La novia tuvo en cuenta los protectores de tacón, para que sus invitadas pudieran seguir “pisando fuerte a pesar del césped”.

Y, en buena conversación y mejor compañía, entre picoteo y picoteo, llegó la hora de degustar el menú de boda.

La forma de disponer los asientos, junto a las iniciales de los novios en tamaño gigante y algunos elementos vintage de decoración gustaron mucho a familiares y amigos.

No tardaron en encontrar su puesto en la mesa.

La cena tuvo lugar en el exterior. La temperatura era muy agradable y las vistas un lujo auténtico.

El menú de la boda revelaba los gustos de los novios, que no se cortaron a la hora de escoger sus platos favoritos para compartirlos con todos los que habían acudido a celebrar con ellos un momento tan importante.

Llegó la noche y empezó la magia. La recta final de esta boda íntima se intuía, pero la alegría estaba en su punto álgido.

Antes del baile, una sorpresa más: botas de vino para ellos.

Y unas cajitas de regalo para ellas. ¿Qué contenían? Unas preciosas cadenitas de plata, perfectas para recordar este día durante mucho tiempo.

Barra libre de ginebra Mombasa y a tope con la música. El DJ Carlos Miñambres lo dio todo… y los asistentes también. Nadie paró ni un segundo de bailar.

Menos mal que Eva pensó en un último detalle: alpargatas, para poder descansar los pies después de tantas horas con tacones.

Y, un contraste más del gran día de estos novios. Por un lado, el corner de tabaco.

Y, por otro, el carrito de chuches, para los golosos.

Y siguen felices, después de su gran día, de viaje por Perú y de muchas anécdotas, vivencias, momentos… y los que quedan por llegar. Muchas felicidades y muchas gracias por dejarnos ser parte de vuestra historia.