Las bodas son unas de esas pocas ocasiones especiales en las que tienes la oportunidad de juntarte con los que más quieres para celebrar una buena noticia por todo lo alto. En El Laurel tenemos la suerte de contagiarnos de este optimismo en nuestro trabajo con los novios y novias que vienen a vernos. María y Antonio, además, nos permitieron ser testigos de una boda romántica y preciosa como hay pocas. ¿Quieres conocer los detalles?

Menú y puesta en escena de una boda romántica

Una boda romántica consigue dejar huella. La intuición de la novia al escoger cada elemento de la decoración, elegir el menú de boda y determinar el estilo que le quiere dar a la celebración, son claves en el resultado final.

María quería lograr una atmósfera evocadora, buscaba la combinación perfecta para construir un día muy especial que todos recordasen. Y eso se notaba en cada detalle, como el vestido de novia, de Laure de Sagazan, una marca francesa que en Madrid trabajan en Flor de Asoka, el tocado, de Mariana Barturen, su ramo, de Verdenace (Guadalajara), el delicado maquillaje y el acierto en el peinado para los que eligió a Cynthia de León, a quien conoció a través de Oui Novias o sus zapatos, que encargó en Resán, una zapatería madrileña de las de toda la vida donde encontró justo lo que buscaba, unos botines que le dieran un poco de rock and roll al look.

El menú de catering es una parte importante en la planificación de una boda. También lo es la finca. En la boda de María y Antonio ésos fueron los primeros aciertos.

La ceremonia tuvo lugar  en la Iglesia de San Pedro Apóstol, en Lupiana y allí es donde se produjeron dos momentos mágicos. La interpretación de Havila Cardeña, una soprano toledana muy admirada por los novios, que estuvo acompañada por violín y chelo; y la lectura de una carta que María había preparado para leer al que ya se había convertido en su marido, al final de la liturgia y que leyó emocionada y entre aplausos de su gente. Y, después de una experiencia así, novios e invitados se trasladaron a la finca donde tendría lugar una celebración romántica, pero también muy divertida.

Para ponerse en situación hace falta conocer el Monasterio de Lupiana. Esta impactante edificación, con jardines igual de preciosos, cuenta con una zona que la diferencia de otras opciones de fincas para bodas. Se trata del claustro. Allí es donde María decidió que se llevaría a cabo el grueso de la degustación del menú. No podía haber elegido mejor para terminar de configurar una boda romántica e inolvidable.

Así, una novia elegante y preciosa, acompañada por un novio impecable, con chaqué azul marino de Camile Le Mans; invitaron a sus amigos y familiares a:

  • Un cóctel de bienvenida al aire libre, que tuvieron ocasión de degustar en los bucólicos jardines de la finca, donde además de la gran variedad de árboles, flores y plantas destacaban elementos decorativos escogidos con gran acierto por María.
  • Unos aperitivos que degustar en un recorrido por diferentes puestos, paradas y bodegones donde no faltaron los carritos de quesos, de solomillos y de cervezas (un pequeño capricho de la novia). Espectáculos de showcooking, tapas innovadoras e ingredientes de calidad para terminar de crear ambiente en una boda romántica como ésta.Una cena sentados en el claustro, que consiguieron llenar con todos sus amigos y familia, que disfrutaron de una velada única en la que no faltó ni un detalle.

Queremos más bodas románticas como ésta.

¡Felicidades María y Antonio!